REGIONAL
Real Cumbres
Poniente de Monterrey
Hace poco más de una década comenzó a extenderse la colonia Cumbres. Hoy sigue su crecimiento, que aparentemente no terminará pronto. Y a donde va la gente, tiene que forzosamente seguir la comida. Esta pequeña avenida es muestra de lo anterior, con una gran oferta para tan reducido espacio. La mayoría son restaurantes pequeños, pues están en construcciones pensadas para casas habitación, con tickets promedio que no rebasan los $200 pesos. Sin embargo, hay suficiente variedad como para quedarse en la colonia entre semana.
Redacción Cecilia Vázquez, Fotografía Martha I. Dávalos y Salvador Rodríguez
Yendo por la larguísima avenida Leones hacia el poniente, como si quisiera uno ir a García, pero no, baja a la derecha en Cumbres Elite. Unos camellones después, ésta se convierte en Real Cumbres, una pequeña vía de kilómetro y medio poblada de todos los restaurantes que puedan caber entre dos aceras, y que topa en Lincoln. Una rápida visita, no concluyente, da cuenta de los siguientes lugares: Sushi House al lado de Tortas Locas Hipocampo, Takiro (como el de Colinas de San Jerónimo), Masa Rica, Gorditas doña Cary, Beers, Burgers & Beans, Kiripollo, tortillería Renny, bar San Blas Grill, Cinema Hochos, El Pikín, Bahía seafood; así como locales de las cadenas Farmville, Delicias del Contry (junto a un spa), Capricciosas, pescadería Martínez Tijerina, entre otros.
Buena parte de la población en Monterrey decidió desde hace años vivir en Cumbres, y sus muchos derivados (Cumbres Madeira, Bosques de las Cumbres, Cumbres Quinta Real, etc.), y no iban a atravesar montañas para ir a comer. Por eso no es extraño que prácticamente todos los locales aquí sean casas convertidas para su nuevo propósito. En el corto espacio de áreas entre verdes y cafés, hay también barberías, papelerías, plazas en construcción, clases de zumba, hasta un laboratorio, y claro, tráfico, muchas taquerías, y curiosamente, varios establecimientos con comida de CDMX.
De día
Al lado de unos tacos de la Rosa Náutica, aquel icónico restaurante del centro de la ciudad y que también hemos visitado, está El Colibrí. Inició hace tres años y tiene almuerzos, licuados, jugos verdes, aguas frescas y, como dice el cajero Javier González, “cosas nutritivas”. Abre de lunes a sábado de siete a seis de la tarde.
Las horas pico, según el mismo empleado, son de siete a nueve de la mañana, “porque van los niños a la escuela y llevan jugos, sándwiches”, comenta. “Vemos más a las mamás cuando vienen del ejercicio, de bailoterapia se pasan aquí. Los sábados son reuniones familiares”, explica. El segundo piso del lugar funciona como bodega y oficina, y en efecto, ese día había una mesa afuera con mujeres jóvenes en ropa deportiva desayunando. “La gente quiere tranquilidad”, afirma González.
Sobre la misma acera está La Ventanita, una de las varias taquerías del área. Una mesa llena de adolescentes con uniformes deportivos comía ahí ese día. Como muchos, no quisieron darnos una entrevista pero vale la pena mencionarlos, al menos por lo ocupados que se veían y que hace suponer que tienen un producto buscado. Venden tacos al vapor, además de guisos por litros, ceviche y otros platos caseros.
Del otro lado de la calle está el Taco H, que por las mañanas tiene tacos, mariachis y burritos, y por la tarde y noche ofrecen tostadas de ceviche, tacos de pescado y camarón. Tienen apenas tres meses aquí y abren de ocho de la mañana hasta la medianoche, de martes a domingo. Angélica Velázquez, mesera y cocinera, explicó que los mariachis ($40 - $60) son de CDMX. Llevan frijol y guisos como huevito con jamón, salchicha, tocino o machacado. Los burritos ($75) son de bistec con arroz, frijoles, lechuga, tomate y aguacate, y van en una enorme tortilla. El dueño, José Luis Banda, nos invitó a volver en la segunda visita que hicimos, ya que muy pocas personas querían hablar para la nota, pero desafortunadamente ya no tuvimos tiempo. Si lee esto, se lo agradezco mucho.
En un ambiente completamente diferente está Party Link, mitad dulcería, mitad tienda de piñatas y artículos para fiestas. El señor Jorge de la Fuente tiene clientes entrando y saliendo, pero entre uno y otro nos mostró las tradicionales golosinas que maneja, como paletas Payaso, malvaviscos cubiertos de chocolate, caramelo artesanal y hasta tamarindos en forma de cruces para primeras comuniones y bautizos. “¿A poco no se les hace agua la boca?”, pregunta.
De noche
Al bajar el sol la gente puede ocupar el camellón para salir a caminar, hacer ejercicio o pasear al perro. Hay muchas áreas verdes que requieren mantenimiento, pero en general la calle da la impresión de estar constantemente en desarrollo. La Traviatta, un restaurante de pizzas y pasta, fue parte de esos cambios cuando se mudó dos locales a la izquierda de donde estaba desde hace cuatro años.
Su chef y dueño, Jaziel Montesano, nos recibió pero quiso esperar a su esposa para la entrevista, por lo que nos recomendó mientras visitar dos locales más, el Taco Loco y El Atrancón Mazatleco. Resulta que ambos son de un mismo propietario (que no se encontraba ahí) pero de menús diferentes. Francisca Anguiano, cocinera del primer establecimiento, es también encargada de rellenar la amplia barra, que incluye salsas, pico de gallo, ensaladas y demás. Aquí venden burritos, fajitas, huaraches, quesadillones, chorreadas, tacos de pastor y carne asada. La chorreada, según explica Anguiano, es un sope, como una gordita redonda. Los burritos llevan tres tipos de pimiento, queso gratinado, arrachera, pastor o sirlón, tocino y champiñones.
El Taco Loco cumplió tres años en mayo y abre de cinco a cinco. Es probablemente de los pocos lugares con servicio a esas horas de la madrugada. “A veces llegamos y ya hay gente”, comenta la cocinera, “otras veces llegan después de las ocho. Los fines de semana hay casi todo el día, nos estamos yendo y llega más gente”. Lo más vendido es el burrito, los huaraches y las fajitas, que son al ajonjolí y se sirven en una tabla para hacer tacos en tortillas de maíz recién hechas. Para los interesados, también hay de trompo y tienen 2x1 en éstos de cinco a nueve de la noche.
Casi frente al local, atravesando el camellón, está el Mazatleco donde nos atendió otra Anguiano, Adriana. Acá es de comida sinaloense y venden tostadas, sopes, enchiladas, tacos gobernador, de camarón, pozole, birria, ceviche y carne en su jugo. Es un lugar más pequeño al anterior, pero contrasta en su ambientación por sus lucecitas y mesas exteriores. Adriana, cajera y mesera, explica que la diferencia entre un taco regio y uno de Sinaloa es el sabor. “La tortilla va tostada, no es como el de aquí que va dorada. No lleva aceite. El taco es tostadito en el comal”, afirma. Dice que lo que más se mueve es el gobernador, el dorado de camarón, los taquitos de carne asada y la tostada mazatleca, que lleva carne de res y deshebrada. Abren todos los días de nueve a 12 de la noche y también hay menú infantil.
De vuelta a La Traviatta, Montesano nos dijo que justo nos habíamos perdido encontrar a su esposa. El chef estaba en la terraza del lugar platicando con su vecino, quien atiene un local de litros y cerveza, pero de todas formas nos contó un poco del restaurante. Dijo que hace medio año se cambió a unos metros, con todo y su horno de leña, mismo que ocupa casi la mitad del interior.
Éste es el protagonista, pues de aquí se ven entrar y salir las pizzas delgadas, especialidad del sitio. El resto del menú incluye lasaña, espagueti, ravioli, ensaladas, panini y calzoni. Han podido permanecer, opina Montesano, por “una mezcla de varios factores. Los ingredientes que utilizamos son frescos, de calidad, nos ha ayudado a distinguirnos en esta zona. Tenemos otra sucursal en Lindavista, ahí llevamos seis años, afortunadamente”, agrega.También abren todos los días, de 12:30 a 22:30 horas, y los fines de semana cierran a las 11:30. Para culmintar el recorrido de dos días, pedí una pasta siciliana con espinacas, champiñones y salsa pomodoro. Hay dos tamaños ($89 y $139) ideales para probar la porción chica, que es como una regular, y compartir una pizza (de $105 a $249).
Otro conocido en el área por este platillo es Las Pizzas de Lola, al cual ya no tuvimos oportunidad de ir pero que algunas personas nos recomendaron. En la lista de lugares que no nos recibieron, pero que también menciono para el lector hambriento, destaca un restaurante de tamales oaxaqueños. Habrá que volver sin la cámara.