REGIONAL
Perimetral Ote.
Santa Catarina
En las faldas de la montaña se encuentra esta transitada vía, dividida entre su lado habitacional al norte, y el comercial al sur. Aquí hay negocios de comida con mucha tradición, como las nieves de Jalisco o los tacos de hace décadas. Pero también hay gente con propuestas urbanas para comensales que quieren llevar a la comodidad de sus casas jugos, sándwiches o alitas. Si algo une a todos los establecimientos es lo costeable de su oferta y lo rico de cada platillo y snack.
Redacción Cecilia Vázquez, Fotografía Martha I. Dávalos.
Al noreste de Santa Catarina, la calle Perimetral Oriente se divide entre dos colonias. Adolfo López Mateos Infonavit del lado izquierdo y Mártires de Cananea del lado derecho, hacia Clouthier. Cruza con Perimetral Norte y continúa por un kilómetro más, pero para fines de esta crónica nos enfocamos en la primera parte.
Ésta es una vía en contaste movimiento, sin embargo los automovilistas aún se detienen para dar el paso a la gente, aunque no crucen por las esquinas. De fondo se impone el Pico Cuauhtémoc, de Las Mitras, mientras que abajo van y vienen camiones urbanos y taxis. Hay callejones imposibles de transitar por vehículos, aunque algunos se las ingenian, y hasta un mural de Frida Kahlo con “Las Dos Fridas”. Todavía quedan casas habitación, aunque predominan negocios: papelerías, una barbería, talleres, viveros y, sobre todo, depósitos, restaurantes y puestos de comida.
De día
Al lado del Parque Hundido, en la esquina, resalta La Media Naranja, un colorido restaurante de dos pisos. Abajo llega constantemente gente por jugos combinados y desayunos para llevar. Arriba, a la sombra y con varios abanicos, las mesas de comensales toman su tiempo. Hay hot cakes, bísquets, cocteles de fruta, sándwiches, galletas de avena, café y más.
Nereida Raquel, encargada del negocio, cuenta que están por cumplir cinco años y que, a la fecha, la gente ha respondido muy bien. “Aparte aquí hay demasiados gimnasios”, opina, “mucha gente deportista, les queda como anillo al dedo”. Los dueños, según Nereida, no son mucho de “comida chatarra y todo ese tipo de cosas”, por lo que favorecieron este menú. La encargada también dice que desde las seis de la mañana hasta las 11:00, aproximadamente, y luego de las siete de la noche y hasta el cierre, a las 22:00 horas, es cuando tienen más gente. Los domingos descansan.
En la misma acera, pero unos metros más abajo, se encuentra la heladería Benny. Nicolás Ruvalcaba cuenta que él y su familia son originarios de Mexticacán, Jalisco, “reconocido como el pueblo de la paleta”, afirma. “De ahí son los dueños de La Sultana. Esa familia tiene aquí toda su vida pero son originarios de allá. Son gente que se ha dedicado todo el tiempo a la paleta. En todo el país hay paleteros de ese pueblo”. Ellos escogieron mudarse acá por el calor, que favorece la venta de su producto gran parte del año, y sólo cierran de octubre a febrero. Tienen aquí de cinco a ocho años, Nicolás no está muy seguro, y abren de ocho de la mañana a diez de la noche. Entre seis o siete personas, tampoco hay certeza de esto, trabajan aquí.
En el mercado de abastos de San Nicolás escogen la fruta más fresca para que sus productos tengan el mejor sabor. Los smoothies, por ejemplo, los hacen diariamente y tan solo una cubeta de 20 litros lleva de siete a ocho kilos de fruta en promedio. Llaman gelatinas a los bolis, sabalitos o bollos, y también preparan grandes cantidades. Al refrigerador del frente le caben, según el hombre, aproximadamente tres mil de los coloridos tubos, y éste es rellenado a diario de una a dos veces.
Nicolás nos muestra el proceso en la parte de atrás de la tienda. Allí hay un tanque congelador con decenas de gelatinas flotando en agua con “mucho cloruro”. “A veces se revientan las gelatinas y hace que salga espuma”, explica. Todo comienza con la preparación de los diferentes sabores en cubetas, que luego van saliendo de una máquina hacia tubos de polietileno. De aquí se sellan las gelatinas y se van cortando cada 20 centímetros. La producción se encuentra en el cuarto frío, a 13 grados bajo cero, donde rara vez dura más de dos días. “No se queda mucho tiempo, todos los días estamos haciendo y hay mucha venta”, comenta Nicolás.
De vuelta al frente informa que las especialidades son los esquimales rellenos de Hershey’s, de nuez relleno de cajeta, y de mermelada de fresa, que es como un Gansito. También hay fresas con crema, paletas, y nueve de napolitano, queso con zarzamora, yogurt con mango, vainilla con chispas de chocolate, Oreo, mango con chamoy y más.
Las gelatinas cuestan $3 pesos al menudeo, los esquimales $12 y $13, y la nieve desde $7 hasta $18 pesos, “depende de las bolitas”. “Hay mucha competencia”, expresa el heladero de Jalisco, “entonces tenemos que dar un buen precio. En otras partes dan la gelatina más cara, a $5 pesos”.
De noche
Al oscurecer el tráfico sigue pesado y la gente sigue en la calle. En ambos lados hay mucho qué comer. Está La Cabaña Burguer (sic) o El Escondite, con su trompo, al lado de unos jugos. Más adelante El Güero Papas, que vende hamburguesas, tacos, papas asadas, parrilladas y anuncia tres hamburguesas especiales por $99 pesos. Tacos Lara, Tacos y lonches Chuy, Tacos y comidas Veli o Tacos Mieky (sic). A pesar de la aparente sobreoferta, no faltan clientes.
En contraste con este panorama, está El Pillo, un pequeño restaurante de alitas y hamburguesas. Lucero y su esposo también incursionaron al mundo culinario con el típico platillo mexicano ya mencionado pero cambiaron de giro hace casi dos años y ya tienen tres sucursales en el municipio. “Queremos más pillitos”, dice feliz la mujer.
Al lado tienen una tienda de ropa y del otro hay lo que parece ser un estacionamiento abandonado. En la barra del lugar hay un par de bancos pero la mayoría de los clientes piden para llevar. Esa noche hay tres jóvenes atendiendo y escuchan rock, Guns N’ Roses y Queen, entre otros. Lucero asegura que les gusta contratar muchachos para apoyarlos en sus estudios.
Axel Martínez, encargado de la caja y de atender a los clientes, tiene trabajando ahí tres meses, en “todo lo que se necesite”. Platica que lo que más venden son las alitas, la pechuga de pollo empanizada y la hamburguesa de pollo. “No encuentras aquí en estos rumbos nadie que te venda eso”, asegura. En las salsas tienen la clásica o Buffalo, color naranja y de sabor ácido. Hay otra Buffalo, “tipo Botanera”, explica Axel, la barbe cue, “algo dulzona y picante”, la mango con habanero, que “es muy picosa pero con lo dulce se contrarresta un poco”, y la cambray, también “muy picante pero muy rica”.
El resto del menú incluye chiles jalapeños empanizados rellenos de Philadelphia, papas crisscut, elotes, sándwiches ($65 c/u) chicken o el regio, de pan chipotle artesanal, arrachera, queso Monterey Jack, frijoles, aguacate y aderezo ranch; dedos de queso y papas con queso. Hay además combos de hamburguesas y alitas. Las individuales son de 250 gramos, aproximadamente de 8 a 9 piezas pequeñas, papas a la francesa y aderezo por $65 pesos, perfecto para una persona. Antes de irnos, Lucero nos recomienda probar los tacos Juve y Crisor. Éstos últimos ya los reseñamos anteriormente, pero hay que nombrarlos, ya que tan solo esa noche de viernes a las 20:00 horas había una fila aproximada de 30 personas afuera del negocio. Los Juve, también concurridos, fueron mencionados además por la encargada en La Media Naranja, así que fuimos.
Éstos se encuentran frente al Parque Hundido y son imperdibles, por su logo con un chile verde jalapeño al lado del nombre. Tienen aquí 24 años, según recuerda el mismo don Juve, aunque admite que los más antiguos eran El Compadre, que se cambiaron a “la cuchilla, en 1 de Mayo”.
“Empezamos, como dicen, desde abajo”, continúa el hombre, “en este mismo lugar. Era un puestecito de tacos normal, como todos, y pues fuimos creciendo, progresando. Empecé de todo, ahorita estoy aquí (en la caja) a veces estoy en la carne. Si se necesita cortar trompo, preparo gringas, piratas”.
El propietario indica que lo más pedido son sus famosos chiles jalapeños ($30), tanto para comer ahí como para llevar, y presume los taquitos de champiñones naturales guisados, que él mismo hace. Abren de siete de la noche a dos de la mañana y cierran los martes.
Hay además tacos de carne asada; gringa, pirata y campechana ($38 c/u), quesadillas, papa asada ($55), frijoles charros y cebolla asada. También carne por kilo: sirloin ($250), trompo ($320) y arrachera ($400), y tacos de éstos mismos productos. Pero cada vez es más tarde y don Juve se apresura entre clientes, repartidores y meseros, así que lo dejamos. Como en muchos lugares de la calle, la noche apenas empieza y hay mucho que comer.